Una enternecedora historia que nos enseña a vivir la vida sin prejuicios sobre lo masculino y lo femenino
Cuando la editorial bilbaína Kodai anunció por sus redes sociales la licencia de El secreto de Madoka fue toda una sorpresa para mí. Desde el primer momento que compartieron la portada y sinopsis del manga me pareció un título de lo más interesante y, sobre todo, que encajaba a la perfección con los valores de la línea editorial basados en eliminar los clichés del mercado y los prejuicios. Imaginad pues cuál fue mi sorpresa cuando antes de su publicación la editorial contactó conmigo con motivo de enviarme un ejemplar. Inmediatamente me dispuse a devorarlo y fruto de ello es esta reseña.
El secreto de Madoka es un enternecedor relato que retrata a la perfección la vida de los que se sienten diferentes al resto, donde los prejuicios y la discriminación forman parte de su día a día. Nuestro protagonista es un chico llamado Madoka, le encanta vestirse con los vestidos que les prepara su hermana y jugar con muñecas, pero para los demás esto es un secreto y actúa como el resto de los chicos. En clase conoce a Itsuki, una chica que le encanta jugar al fútbol y con muy poco interés por ser femenina. La autora pretende con esta obra, y bajo mi opinión lo consigue a la perfección, derribar las barreras entre lo masculino y lo femenino que tan arraigadas están desde la infancia. Aunque la historia se desarrolle en el ámbito infantil y desprenda la inocencia y simpatía típica de la edad, el mensaje está dirigido para todos los públicos. En el primer capítulo hay una escena que me ha llamado poderosamente la atención (tranquilos no es spoiler, podéis verla en la preview) y considero que resume a grandes rasgos lo que pretende expresar Kingyobachi Deme. “Solo hay que verlo para saber que es un chico de verdad”.

La página nos muestra a Madoka diciendo esa frase de Itsuki, la cual es una chica, aunque ella aún no lo sabe. Para Madoka ser un chico significa no expresar sentimiento alguno, ser rudo y no mostrar tus debilidades ante nadie. Cosa que ella no se siente capaz de cumplir porque le gustan los vestidos y jugar con muñecas, por lo que no sabe cómo ser un «chico de verdad». Lo bonito de esta historia es que a medida que avanzas en la lectura te vas olvidando poco a poco de si Madoka es un chico o Itsuki es una chica. Al final lo importante no es el género con el que se identifique una persona, sino la persona en sí misma. Sin embargo, hoy en día la situación no es así y “El secreto de Madoka” es un fiel reflejo de como actúa la sociedad ante las personas que se salen del espectro de lo que se considera normal. Además, aparte de un dibujo muy bonito, aunque algo sencillo, los toques de comedia no desentonan para nada con la historia y crean un ambiente más distendido consiguiendo que el lector disfrute con la lectura, a pesar de tratarse de un tema importante. No quiero terminar la reseña sin hablar un poco sobre la simbología que hay escondida en “El secreto de Madoka”. Ya desde la portada y las primeras viñetas vemos una escenografía donde las flores y la naturaleza cobran mucha importancia, es más, en muchas ocasiones alrededor de los personajes aparecen flores que no forman parte de la escena real. No considero que estos elementos sean mera ornamentación y argumentaré el porqué.

Las flores están estrechamente relacionadas con la primavera, es más el nombre de la hermana de Madoka es Haruka, lo cual significa “primavera” en japonés. La primavera en todo el mundo, pero de manera más especial en Japón, se asocia como el momento de más esplendor y belleza, pero también símbolo de lo efímero. Lo que nos hace conscientes de vivir la vida al máximo y tal y como queramos vivirla. Este es el caso de los protagonistas de esta historia: Madoka (nombre unisex que significa amor) y Itsuki (nombre masculino que significa árbol). Los nombres de los personajes tampoco son elegidos al azar, representan sus personalidades e inquietudes. Madoka no necesita identificarse como hombre o como mujer, más que por lo que la sociedad y los cánones representan, y por ello su nombre puede ser identificado para ambos sexos. Mientras que Itsuki es una chica, cuyo nombre es masculino y significa árbol. Como esto hay muchísimos más aspectos que denotan una simbología muy interesante, pero con mi reseña pretendo evidenciar un aspecto mucho más importante.
Si tuviera que decir una única razón para recomendarte comprar “El secreto de Madoka” te diría que lo compraras para ti, para tu hijo o hija, para tu hermano o hermana, independientemente de sus gustos o identidad de género, porque es un libro enternecedor que te abre los ojos y deja huella. No todo es un camino de rosas (lo cual pega con el tema jeje), hay algunos aspectos negativos que no hacen que esta obra sea un 10 en todo, como un dibujo (aunque bonito) algo sencillo, las onomatopeyas traducidas sustituyendo directamente la original (a mí es algo que no me gusta) y, sobre todo, la sensación de que se podría haber desarrollado mucho más. Pero en líneas generales es un manga sobresaliente con el que Kodai nos ha vuelto a deleitar con creces, muy acorde a lo que ofrecen siempre. Un título diferente con un mensaje muy importante.
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Título: El secreto de Madoka
Título original: Madoka no himitsu
Autora: Kingyobachi Deme
Editorial: Kodai
Páginas: 176
Precio: 9€
Sinopsis: Madoka tiene un secreto. Aunque en las horas de clase intenta comportarse como el resto de los chicos, ¡le encantan las cosas monas y achuchables! Su vecina Itsuki, por el contrario, es una apasionada del fútbol con dos hermanos gemelos y muy poco interés en ser femenina. A pesar de que los niños empiezan con mal pie, la dulzura de Itsuki, aunque un poco torpe, consigue que su vecino empiece a confiar en ella poco a poco.
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